13 ene 2009

Burgos-Sydney...


Para empezar bien el viaje, decidí que sólo se podía recurrir a altas instancias para que esto fuera un viaje como Dios manda, así que gracias a la colaboración de nuestra querida Ministra de Fomento, Doñas Magdalena Álvarez, tuve un ameno paseo en tren de Burgos a Madrid, y tengo que agradecerle a la señora Ministra que para esta ocasión decidiera que era mejor que el viaje durara 6 horas en lugar de las 2 y media reglamentarias, así me quede más con el paisaje, una pena que fuera de noche y que el Albia tenga los cristales tintados (resulta curioso ver como un aparatito diseñado para volar cerca de los 300km/h también puede circular a una media de 35km/h sin desmerecer en ningún momento).
Tras la visita turística por tierras castellanas organizadas por Maleni, llegue a la capital del reino coincidiendo con las magnas celebraciones del 22 aniversario del nacimiento de Jorge Campillo Peña, llegue un poco tarde, cuando la fiesta languidecía pero allí estuve. Para los que no conozcan a Campillo os diré que es un tío de Burgos, aficionado del Betis, con una foto del rey en su cuarto del Colegio Mayor, cuyo principal regalo (el cual le encanto) fue una camiseta de Paco Martínez Soria, ahí lo dejo..
Alcancé después con éxito Base España II, a la que llegue acompañado de uno de sus moradores, Don Carlos Barrio Casado, tras hacer noche en tan insigne localización me dirigí pronto por la mañana hacia el aeropuerto internacional de Madrid Barajas, allí la anteriormente mencionada ministra había organizado otra fiesta en mi honor, para darme la merecida despedida, la fiesta consistía en apostar con el ministro Moratinos cuanta gente es capaz de entrar en barajas un día después de una pequeña nevada.
La verdad es que la apuesta ministerial no me impidió realizar las gestiones aeroportuarias con rapidez y precisión, probablemente gracias a que iba con tiempo de sobra, así que a las 11:00 estaba delante del Boeing 747 de la compañía Thai Airlines, puerta A4, terminal 1 de barajas. Rodeado de la gente más variopinta que os podéis imaginar, porque una cosa es que los señores tailandeses sean raros, y otra es que haya alguno vestido de monje budista y algún otro con rollito cocodrilo dandy con sombrero de cuero y todo, supongo que es lo que tiene ser destino del turismo sexual.
Una vez dentro del avión te das cuenta de porque a las demás se llaman compañías de bajo coste ( ¡¡¡¡EN ESTE AVIÓN ME CABÍAN LAS PIERNAS!!!!) y porque esta compañía es tailandesa, todas las señoritas azafatas vestidas muy tailandesas ellas, y eso que se cambiaron de indumentaria que yo contara 3 veces durante el viaje.
Para ser un vuelo de 12 horas se me hizo bastante ameno, entre comidas, cenas, desayunos, películas, documentales, visitas al baño, cacahuetes, zumos y refrescos ni te das cuenta que has llegado a Bangkok. La verdad es que iba con un poquillo de canguelo con el tema del transbordo, porque según mi billete tenía una hora para cambiar de avión y llevábamos 20 minutos de retraso, pero el modernísimo aeropuerto de Bangkok (que contrasta con los campos inundados que se ven alrededor desde el avión) está muy bien pensado y en 5 minutos estás pasando el control para subirte al siguiente avión.
Casi la tramo muy gorda porque se me cayo la tarjeta de embarque entre el control donde te la cortan y la puesta del avión, menos mal que me acordaba del asiento que tenía. En este segundo avión el tipo de gente cambió un poquillo, pasamos de asiáticos a gente rubia tostada al sol con claros indicios de ser autóctonos australianos. Este avión era un Boeing 777 con la bonita ventaja que tenía pantalla individual, para poder elegir entre un montón de cosas, y cuando digo un montón de cosas os diré que entre las revistas y demás cosillas que lleva cada asiento hay un folleto, de gordo como el catalogo mensual del plus o de Imagenio donde venía toda la programación, desde películas, a juegos, pasando por documentales y series, así que las 9 horas se me hicieron bastante amenas también.
Tras contestar a tropecientas preguntas sobre si llevas algún tipo de alimento, semilla o algo de madera en la maleta, llegas al control de aduanas donde no tuve ningún problemilla en pasarlo a pesar de la cara de mala leche que tenia la señora que me atendió.
Y llegamos a la parte divertida, esa en la que todo aquel que ha viajado en avión teme, esa en la que parece que estás viendo la lotería de navidad pero que en lugar de bolitas lo que caen son maletas, y en lugar de el gordo lo que te puede tocar es que no caiga tu “bolita”, pues bien a mi y a otros 3 españoles nos toco el premio gordo.
Nos dirigimos al mostrador de reclamaciones, ( resulto que a la chica que le perdieron el equipaje también iba a hacer un curso de inglés en la misma escuela que yo) donde antes de darles la tarjeta de embarque ya sabían quienes éramos porque al parecer nuestras maletas no habían podido cambiar de avión a tiempo en Bangkok, lo cual me pareció bastante lógico teniendo en cuenta que mi maleta era mucho más grande que cualquier tailandes de tamaño medio.
Después de hacer mis gestiones y las del matrimonio que no hablaba nada de ingles, me dirigí a la puerta donde alguien debería esperarme, pero eso lo dejaremos para el próximo capítulo

3 comentarios:

  1. y tras el viaje, tocara que nos cuentes tus primeras impresiones del pais de los koalas y kanguros,no? o que tal la casa de la piscina en la que vives o los compis que tendran que aguantarte estos seis meses,eh?seguiremos tus andanzas australianas.besos

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  2. MaP-ache sigue vivo! jajaja.
    Me parece guay que nos mantengas informados de tus andanzas por alli.
    ¿Luego te esperó alguien?
    Un besote

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  3. Hola Alberto,¿como te sientes el el pais en el que todos estais cabeza abajo? ¿no?

    Te has debido ir de puntillas,no se han enterado de tu partida, que sepas que la fiesta de despediada de Barajas continua, de hecho es el after hours mas popular del pais de los toros y el vino.

    En fin... muy cachondo tu blog.
    Espero que tengas suerte con todo.

    Ya sabes que si algo necesitas alli tienes a la familia Mendez.

    Un abrazo.
    Ricar

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